Antier, mientras leía recostado en mi cama, mi cuñado me interrumpuó para decirme que mi hermana esaba mal, que estaba shockeada por algo que no me dijo por teléfono.
Así pues salí de mi casa y fui a casa del cuñado para encontrarme con mi hermana; antes de que entrara a verla, mi cuñado me dijo que la razón por la que había sufrido el shock fue porque según me dicen, vio a mi papá. Recordemos (que mamón) que mi papá murió hace dos años, casi tres, y al parecer cuando salían del negocio al abrir la puera lo vió, y le hizo un gesto muy tradicional (una especie de guiño, que ahora que lo pienso yo también lo hago). Ciertamente no podría decir que creo y que no lo hago: soy excéptico en ese sentido de apariciones y cosas sobrenaturales (que aunque he leído demasiado...) por lo que no dudo que en verdad haya pasado. El punto es, que después de el tiempo que ha pasado, el recuerdo de una persona queda durante mucho mucho tiempo. Y hay cosas que el tiempo (debería de) no cura, cosas que siguen haciendo que las personas se queden con pequeños estados o imágenes que son dolorosos en lugar de quedarse con los momentos felices; con las enseñanzas; con los recuerdos. Mi hermana es una de esas personas que no pueden olvidar esos momentos, y hasta cierto punto se siguen lastimando con ello. El principal paso en todo es aceptarlo, después las cosas siguen su camino.
Ayer por la noche mientras regresabamos del trabajo, Rodolfo (ya no le voy a decir webón al webón, jejeje), Christian (su carnal), Viry (su hermana) y yo tuvimos un pequeños percance en el auto. Sucede que íbamos por Coruña y un pinche desesperado tenía un chingo de prisa por pasar, iba toque y toque el claxón en lo semáforos para pasar. Así pues, nos desesperó tanto que ni el coche de adelante ni nosotros aceleramos para que el we pasara. Estuvo así un rato, chingue y chingue para pasar. Pocos metros más adelante dimos la vuelta para salir al viaducto y el wey ese seguía tras nosotros meintenos y mientenos la madre. Hasta que se nos emparejó y nos aventó el coche, el buen Rodolfo maniobró para evitar el madrazo, pero el wey ese volvió a hacerlo hasta que se nos cerró y se puso enfrente de nosotros. Rodolfo le dejó ir el coche y le dimos un llegué. El pendejo ese salió de su coche y se fue a la cajuela y sacó algo (pudo haber sido un bat, una fusca (pistola), o una varilla, NPI de que haya sido) mientras nosotros nos dimos a la fuga. Salimos a la lateral del viaducto y vimos que el pendejo ese seguía tras nosotros; Rodolfo en un acto poco ortodoxo, optó por hacer que se metía a la vía rápida, mientras que el wey ese se intentaba metérsenos por la izquierda. En el último momento Rodolfo dio el cambio de dirección para no entrar al viaducto y seguirse por la lateral, pero ya estaba demasiado cerca de la banqueta (la que es la entrada, esa especie de camelloncito en diagonal) y al dar la vuelta su llanta pegó con ella. El pendejo ese terminó metiendose al viaducto. Cabe decir, que la culpa es toda del wey ese, nosotros íbamos tranquilos, pero el golpe fue algo que no se pudo evitar. Que cosas, en fin.
2 comentarios:
los pendejos abundan... yo acabo de hacer mi post catártico por que neta estaba que me llevaba la chingada... mal pedo por los conductores jijosesu, si manejar es tan chido...
En fin. Sigo con mi catarsis
Yokoshima, siento mucho lo de tu papá . Tampoco creo en esas cosas supernaturales, sin embargo mi sis, sí las cree, y por lo que le he escuchado acerca de los difuntitos que se dejan ver, pues es mejor solo rezarles para su alma descance, y no hablarles.
Y bueno, con respecto al tipo loco del viaducto, no mames, qué pinche miedo, corrieron con suerte!
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