17 octubre 2015

Chiquillo

Recuerdo el día que Aideé me dijo "Llego un gato y le di de comer"; eso hace 7 años, apenas comenzaba la carrera (ella, yo ya trabajaba); algunos meses después de haber comenzado a andar conmigo, lejos de su hogar y en casa de los parientes (abuela y tíos) donde llegó para estar mientras estudiaba; extrañando a sus animales por los que sufría (su gata Lilipusa, su perrita Garrucha y todos los demás que se quedaron en Zamora). Sin más, apareció Chiquillo para no irse hasta hoy, a un viaje donde no hay vuelta y que tarde o temprano todos seguiremos.
Durante 7 años estuvo con Aideé, y con nosotros 4 cuando nos fuimos a vivir juntos; fue parte fundamental de nuestra familia: recibió a todos los gatos que fueron llegando sin ser hosco con ninguno y ni se diga al bebé Boby cuando llegó lleno de pulgas; al contrario siempre les dio a todos la bienvenida, curioso y amable. Con los invitados también, siempre fue educado aunque no le gustaba la gente, no como a Donatelo, pero estaba ahí siempre.
El gato más inteligente que pudiese encontrar; todos los días nos levantaba, o a mí, para exigir su comida y como agradecimiento, chocábamos cabezas. Le gustaba chupar nuestro pelo después de salir de bañar y nos recibía siempre por las noches esperando en la ventana.
El único gato que tenía permitido dormir con nosotros oficialmente. Incluso cuando fue la guerra por el territorio con Somali en el otro depa, dormía sobre el closet todo el día y nos esperaba para que cerráramos la puerta y poder bajar a comer e ir al baño. Nunca fue belicoso o grosero, evitaba las peleas siempre. Y como tal, fue el primero que se mudó al nuevo y actual depa y nuevamente les dijo a todos "bien venidos" y adiós guerra de territorios.
Amaba el atún, y Aideé le creo la ficción de ser un capo gatuno de la mafia que traficaba salmón. Comía sus croquetas y exigía sus derechos felinos. Nunca se había enfermado, salvo una gripilla que le dio pero que mejoró sin más. Y de un momento a otro, años después de esa gripa, después de viajes a Zamora acompañando a Aideé, peleas de territorio, mudanzas de casa... un día dejo de comer. No nos dimos cuenta porque era normal que les aburrieran la comida después de un tiempo; pero su alegría poco a poco se fue apagando, dormía mucho y comía cada vez menos.
Lo llevamos al médico y detectó infección estomacal con receta, pero no hubo mejoría. Llevamos al Chiquillo a un hospital donde le hicieron pruebas y salió Linfoma y que ya estaba haciéndo metástasis.
Hoy lo llevé a dormir. Fue muy triste verlo morir, pero más saber que sufriría.
Un gato extraordinario, con miles de apodos a los que siempre respondía: Gordo, Gordito, Gordulus, Chiquillo, Yuma... ¡Te vamos a extrañar!

27 agosto 2015

Soy

Soy de esa generación que creció con muchas expectativas que no sabe como alcanzar y tampoco quiere perder; remanentes de la generación X y no participantes activos de los Millenials. Una mezcla heterodoxa que no sabe vivir sin las comodidades de la tecnología y la última que jugo en la calle, que supo lo que era el bote pateado, el burro 16 o las cebollitas y todos aquellos juegos heredados por nuestros padres.
Soy de esas personas que tienen miedo y que a la vez les vale madre lo que pasa; que somos mesurados en nuestras acciones, que nos arrepentimos de las cosas y que por el otro lado pase lo que pase nos vale un reverendo cacahuate los resultados y solo importamos nosotros por un momento y que después vendrán las consecuencias que tanto esperábamos (y por qué no, ansiábamos).
Soy el sabelotodo que cree tener todas las respuestas, que analiza las acciones y tiene cientos de posibles resultados (más no soluciones); que ve las cosas malas en todo lo que hace o pase a su alrededor; y a que pesar de eso tiene un plan para evitar lo más malo porque ya pensó el que va a pasar como peor posibilidad y sabe como solventarlo.
Soy de aquellos cuyos padres aún vivían con el concepto de "estudiar te va a hacer alguien en la vida," que fue la máxima con la que ellos vivieron; pero conforme crecí me di cuenta que ya estudiar no te garantizaba la vida, que muchas de las cosas que estás acostumbrado simplemente no se dan por haber estudiado una carrera universitaria.
Soy una persona llena de complejos, de ideas retrógradas y desafiantes; pero que a su vez tiene esa capacidad de ver y escuchar a alguien y tratar de comprenderlo, y por que no, brindarle ayuda y si bien se puede amistad. Pero eso no hace que mis ideas cambien, solo se reconfiguran y hacen de mí alguien más variado y distinto que se llena más y más de prejuicios y de esperanzas.
Soy de esa generación que juzga cuando no le caen bien, que critica lo que no conoce, que destruye cuando teme y sobre todo que guarda rencor; pero de igual forma soy de esa generación preocupada por sus semejantes, que ve las injusticias en la gente y trata (de alguna manera no muy activa, otras activamente) de resolver los problemas. De aquella generación que se desanima rápidamente y que da la espalda cuando se hiere.
Al final del día soy yo, ese conjunto de cosas internas y externas que han hecho mella en mí y que resultan difíciles de comprender y que crean esa imagen que los demás ven en mí, ya sea buena o mala; aquél al que la gente ve y busca o rehuye; que le cae gordo o que ama; que simpatiza con él o que simplemente no puede estar en el mismo lugar con él. Y sí, así soy yo.