La historia se desarrolla en el periódo de transición del siglo pasado y antepasado, Karen Blixen es la encargada y dueña de una granja en Kenya y se desvive por ella cada día. Se encargan de recolectar y plantar café que venden por tonelada y que es el principal medio de vida de la granaja y de todos los nativos kikuyus que habitan en los alrededores. Ese es el contexto de Memorias de África.
Le libro puede ser un poco tedioso, ya que en lo particular es el tipo de libro que te remonta a que comió la vaca ayer mientras hablas de la vida del joven Kamante, por tal no es muy recomendado si buscas algo que sea concreto; pero esa misma narrativa larga y precisa de momentos y acciones es lo que le dá un toque de realismo y singularidad propios de la antigua narrativa. Además de esto, la vida del libro se va en recordar las aventuras y los recuerdos de Karen en África, que por cierto jamás nombran su nombre (válgase la rebusnancia) y sólo se refieren a ella de dos formas: como Msab como los nativos le llaman y una sola vez como Baronesa Blixen. En medio de todo esto, vemos como se desarrolla la vida en la granja; la recolección del café, las ideas para hacer un pequeño estanque y llenarlo de peces, al Knudesen, a los amigos de Karen y sus aventuras con ellos (aventuras, cabe decir, de safaris y pláticas) y el amor con Dennis Finch-Hampton después de su divorcio, así hasta llegar al día en que tiene que irse del país.
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