03 diciembre 2008

El Hombre Duplicado

¿De qué depende la identidad de las personas?, ¿es posible qué existan dos personas exactamente iguales físicamente?, ¿hasta donde es posible soportar de ser afirmativas las dos respuestas anteriores?, ¿cómo saber quien es "la copia"? Estas incógnitas nos plantea José Saramago en su novela El Hombre Duplicado.
Tertuliano Maximo Afonso es un profesor de historia en un instituto, lleva una vida tranquila pero sufre de un marasmo horrible, en parte por la relación que lleva con su novia María Paz con la que no sabe que sucederá (aunque lo más seguro es que se termine, el problema es agarrar el valor...). Es por ello que un profesor de Matermáticas, compañero de él en el instituto, le recomienda que vea una película, una comedia para que le sirva de desestrezante. Así, Tertuliano Maximo Afonso, renta el video y al llegar a la casa se debate entre leer un libro sobre civilizaciones Mesopotámicas, revisar los trabajos escolares de sus alumnos y ver la película; dejando a la suerte lo que hará, termina viendo la película. Después de ello, se dedicará a revisar los trabajos por un extraño sentimiento de culpa, y posteriormente se irá a dormir, leera una página del libro sobre civilizaciones Mesopotámicas y caerá rendido. Todo parecerá normal, hasta ahora.
Es justo durante el sueño, que una extraña sensación de que alguien más está en la casa lo que lo hará despertarse; recorrerá el departamento sin encontrar nada fuera de lo normal. Frente al televisor rebobinará la cinta y la verá. Es justo aquí donde se verá a si mismo (o a su duplicado, copia, alguien igual que él) como actor en la película...
Saramago nos narra a partir de aquí todas las ideas, desperfectos, problemas, diálogos, acciones que tendrá Tertuliano Maximo Afonso por descubrir quien es el actor igual a él, con sus considerables y trágicas consecuencias.
Una novela en donde el narrador cobra la vida de otro personaje que se inmiscuye en la historia, nos cuenta posible y narra la historia haciéndola tan amena como confundida (a mi parecer) en algunas parte de los diálogos porque los dos únicos signos de puntuación usados son la coma y el punto. Aunado a esto, la trama es una genialidad en todos los sentidos, las personalidades, las acciones... todo.
Ya por último y como anécdota, de los dos libros que he leído de Saramago (El Evangelios según Jesucristo  y éste) ninguno ha salido en buen estado: el primero tenía alrededor de 30 páginas de otro libro que no era el del título; mientras que éste tiene cambiadas de lugar alrededor de 30 páginas.

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