Tenía dos años cuando sucedió, no recuerdo nada de eso, sería un milagro si así fuera. Pero queda grabado en la memoria colectiva de la gente, el temor que se vivió, las experiencias, las solidaridad, lo bueno y lo malo.
Hoy hace 20 años, un terremoto de 8.1 en la escala de Richter sacudió a la Metrópoli a las 7:20 de la mañana. Las pérdidad, cientos; en casi todo el DF se vivió esta zona de desastre. Un desastre que aún ahora pasado el tiempo nos recuerda que el planeta sigue vivo; maremotos, huracanes, terremotos... sigue vivo y por tal no debemos olvidarnos de él.
Como decía, no sé nada grandemente, acontecimientos no puedo referir, mas anécdotas escuchadas, vividas por compañeros tal vez, pero esto en nada ayuda a dar un bosquejo de lo sucedido. Todo parecía un día normal. Pero el terror se hizo presa de la gente, edificios que cayeron, el zócalo destruido, personas sepultadas bajo los escombros, el pánico a flor de piel. Pero poco a poco, esa gran solidaridad que nos representa salió a flote; uno a uno, poco a poco, las personas llegaban a los sitios de desastre, intentadno no sólo ser un observador de los hechos, sino ser partícipe en la ayuda. Grandes justas se libraron en esta guerra de dos días, dos días que pudieron significar el hundimiento de la ciudad; pero que con la participación de las personas logró salvar obstáculos casi infranqueables en ese momento.
Como todo lo bueno, simpre trae algo malo y viceversa. Milagros de niños recién nacidos que sobrevivieron al terremoto después de días de estar bajo toneladas de escombros; la solidaridad de las personas... lo malo, los que siempre quieren hacer su agosto en las buenas y en las malas, quienes prefieren lucrar a ayudar, quienes vendían las ayudas que otros daban... siempre hay el arroz.
Un recuerdo latente, que día con día se borra más de las personas pero que persiste en su subconciente, un subconciente que sabe que no somos los amos y dueños del mundo.
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