No se cuantos post llevo mencionando al metro, cuantos de estos le he dedicado a este transporte, pero una cosa es que siempre que puedo le menciono en lo que escribo, ya sea aquí, en mis historias y en otras cosas. Me gusta el metro, aparte de que es un buen lugar para fajar (llevo mucho tiempo sin usarlo para eso), un lugar donde encuentras muchas cosas por comprar, es un exelente medio de transporte, desafía las leyes de la física y bla bla bla...
En verdad me agrada el metro, caminar por el anden esperando a que pase el convoy naranja y abra sus puertas para que podamos pasar e irnos al lugar que vamos. Observar chicas mientras avanza este transporte, etc.
Pues resulta que hoy al regresarme a mi casa después del trabajo (¡Ya tengo trabajo!!!!) me subí en Tacubaya para regresar por linea rosa y transbordar en San Lázaro para llegar a mi sacrosanto hogar. Comenzaron a empujar para entrar, típico, y alcancé a meterme entre los dos asientos individuales del principio del vagón (donde está la puerta esa que no se abre). Comenzaron a subir personas aún a riesgo de ser apachurradas por los que ya estaban y lo que acabábamos de entrar. Avanzó a la siguiente estación y se subió un tipo hablando por teéefono en pleno metro y me le quedé viendo por eso. Él se me quedó mirando y yo voltié a ver a las personas que empujaban. Resulta pues, que el tipo ese seguí mirándome cada vez que podía y yo mientras veía a una chica que se subió con su novio, le iba viendo la mitad de la cara adivinando si estaría bonita o no, mientras el novio me volteaba a ver con cara de "hijo de tu pinche madre", así que entre las miradas del wey del celular (que vi que traía pulsera gay) y las del novio de la chica me hacía bien pendejo viendo a otra niña güerita que pasó (o la "pasaron") hasta el fondo del pasillo. Los dos tipos y la chica bajaron en Balderas y la niña güera en PinoSuárez. Así pues, no hay que decir que cuidado que veas en el metro, todas las miradas ue hagas cuentan.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario