12 abril 2007

Verdades....

Hay dos cosas que cada mañana tengo que aceptar día con día: la primera, mi peso que si bien no me acompleja si me preocupa un poco (no mucho, pero "sé" que debo de hacer algo por bajar un poco); y dos, la casi irremediable pérdida de mi cabello; que esa si me genera un poco de miedo-complejo-nosécomodescribirlo.
El ver día con día (bueno, no día con día, pero si algo menos lejano y sí más seguido) que mi cabello empieza a caerse o que ya no es tanto como lo era hace algunos años, me hace maldecir en cierta forma los genes de la familia de mi papá y también a los de mi madre por no tenerlos en ese aspecto (diria ella: "ve a tu abuelo, parece burro con tanto pinche pelo, y ni uno se le cae"). Es dificil aceptar la imagen (o más bien imaginarse) de tí sin pelo (cabello pa' los cultos) o que ya no haya en lugares donde antes había; puede resultar traumático para algunos (yo sé que para mí no, si me entristecerá pero luego lo aceptaré), pero he llegado a la muy particular idea de que si me quedo calvo, o cuando empiece a presentarse más me raparé, así me acostumbraré de golpe a la idea (mejor de un chingadazo que poco a poco). También llegué a la resolución de que si la ciencia médica ha llegado al alcance del público en algunos años (me refiero, claro está a la injertación de cabello) lo haré si tengo las posibilidades, ¿no estaría mal, no?
Pero bueno, a mis 23 casi 24 años, es un hecho que me quedaré calvo.
Ni pedo

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