Doña Eustolia blandió el cuchillo cebollero, es un libro donde PIT II nos narra sus desventuras y aventuras en las luchas sindicales del México post 68. Un libro que retrata las huelgas y sus actores; los patrones y sus soberbias; la clandestinidad y la honradez; el amor y la desdicha; unas piernas y un montacargas; un bautizo y un mitin... cosas que a muchos se nos pueden escapar de la mente, o que sencillamente mandamos al diablo.
Las injusticias de algunos patrones para con sus empleados, con los que le ayudan a ganar lo que tanto ansia... pero tampoco estigmaticemos, es como en todo, no todos son iguales; siempre hay un negrito en el arroz.
Y la verdad de las cosas, también hay que poner en claro, que algunas veces (nota: no lo hago para justificar completamente, sólo parcialmente) las cosas en las empresas y talleres no va viento en popa y los dividendos de las empresas no son lo que se esperan: crisis, situaciones, factores externos que ponen en jaque la solvencia de las mismas empresas y que de alguna forma no chingan a los demás incluyendo los mismos patrones. Es ahí donde algunos (como en el particular caso mio y del negocio) trabajamos sólo para los trabajadores y no para nosotros (en serio, luego no tenemos ni para comer) y sí, los trabajadores poco se ineresarán en estas cosas externas del patrón, con que le paguen la raya es suficiente.
Así como algunos piden conciencia de ellos, algunos deberían tener conciencia de lo que pasa en la empresa, no sólo por ellos.
Pero regresando al tema principal. El libro trata sobre eso, cuentos de la vida de los obreros y cómo pierden y triunfan, con el ya consabido tono de PIT II, además de dos reportajes: uno sobre la Pascual y la lucha que la llevó a convertirse en la cooperativa; y otro donde se cuentan los ires y venires de Irapuato y sus muchachas del ramo textil. Tengo que aceptar que casi lloro en la crónica de Pascual (de hecho no lloré porque iba en el metro, pero si se nublaron los ojos y me entró sentimiento). Ah, y como siempre, en toda lucha las mujeres, que sería de la lucha sin ellas
Las injusticias de algunos patrones para con sus empleados, con los que le ayudan a ganar lo que tanto ansia... pero tampoco estigmaticemos, es como en todo, no todos son iguales; siempre hay un negrito en el arroz.
Y la verdad de las cosas, también hay que poner en claro, que algunas veces (nota: no lo hago para justificar completamente, sólo parcialmente) las cosas en las empresas y talleres no va viento en popa y los dividendos de las empresas no son lo que se esperan: crisis, situaciones, factores externos que ponen en jaque la solvencia de las mismas empresas y que de alguna forma no chingan a los demás incluyendo los mismos patrones. Es ahí donde algunos (como en el particular caso mio y del negocio) trabajamos sólo para los trabajadores y no para nosotros (en serio, luego no tenemos ni para comer) y sí, los trabajadores poco se ineresarán en estas cosas externas del patrón, con que le paguen la raya es suficiente.
Así como algunos piden conciencia de ellos, algunos deberían tener conciencia de lo que pasa en la empresa, no sólo por ellos.
Pero regresando al tema principal. El libro trata sobre eso, cuentos de la vida de los obreros y cómo pierden y triunfan, con el ya consabido tono de PIT II, además de dos reportajes: uno sobre la Pascual y la lucha que la llevó a convertirse en la cooperativa; y otro donde se cuentan los ires y venires de Irapuato y sus muchachas del ramo textil. Tengo que aceptar que casi lloro en la crónica de Pascual (de hecho no lloré porque iba en el metro, pero si se nublaron los ojos y me entró sentimiento). Ah, y como siempre, en toda lucha las mujeres, que sería de la lucha sin ellas
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