02 febrero 2006

Miscelánea

Hoy es dos de febrero y como dicta la tradición en nuestro país es costumbre comer tamales y atole el día de la Candelaria, osea hoy. Generalmente los tamales los lleva la persona que el seis de enero en la rosca de Reyes sacó un muñequito al cual debe vestir y presentar ante todos los que comieron la misma rosca que él o ella.
Esta consabida tradición es seguimiento de la original de los judios que consiste en la presentación del niño recién nacido en el templo de Jehová a los cuarenta días de nacido; e hilando cabos, el nacimiento del niño Jesús, hijo de Dios se dio el 25 de diciembre y al día dos de febrero son 38 días (si mis cuentas no me fallan), dos menos de los 40 en que se deve circuncidar al niño para que Dios lo tome bajo su cargo. En fin, hoy tocan tamales y por azares del destino el seis me tocó niño y precisamente hoy no traje nada ala oficina para dicho evento; sólo espero que a los demás que les tocaron no traigan...
El martes jugando basketbol me lastimé el tobillo derecho, se me dobló por completo y me dolía a madres, con lo cual el día de hoy tuve que ir a que me dieran una soobada y se me acomodara el pie (el día de ayer fui pero no estaba el señor que me cura). Precisamente este comentario va por el señor que me cura; el sr. Vázquez. Dicho señor es un viejito como de 87 años (eso le calculo yo, tal vez más, tal vez menos) el cuál me ha curado torceduras y luxaciones de rodilla, tobillo, brazo desde que iba a la secundaria. El señor es delgado, pero con una fuerza tremenda en las manos con la que fácilmente (y dolorosamente) te acomoda las partes lesionadas con gran maestría; dejándote más adolorido de lo que llegaste, pero en pocas horas mucho mejor que antes del tratamiento. Sus recomendaciones no varían en nada desde que le conozco: no mojarse la parte afectada con agua fría (por eso del frío en los huesos), usar una venda un par de días y caminar normalmente o usar el miembro afectado aunque duela, si no no se compone.
Son pocas las personas que se dedican a este tipo de cosas; los consabidos hueseros que día con día desaparecen por dejar su lugar a los quiroprácticos. Hoy le pregunté al señor cómo había aprendido a sobar y curar huesos; me respondió: "... es que estaba abierto, la jicarita del tobillo se abrió. Ha de haber pisdado mal y se fue pa dentro, pero ya está bien...", sin duda ya es grande.

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