04 enero 2005

Lo mejor de la vida llega cuando menos lo esperas


La vida es demasiado rápida en estos tiempos, algunas veces ni siquiera tienes tiempo de pensar en algo cuando ya estas haciéndolo. Es de uan diversidas extremista: puede ir desde una pasividad mínima hasta un desaforamiento compulsivo. Todo pasa en instantes porque la misma vida es la que hace que nosotros y por ende nuestras acciones sean de la misma velocidad de las demás.

Pero esto no signfica que aunque estemos siempre en un estado de vigilia activa, realizando acciones por doquier y como si fueramos máquinas, no pensemos un poco en nuestra vida... en lo que nos rodea y sobre todo en lo que anhelamos. Sin esto no sería posible que siguiesemos esclavizados al trabajo "creativo y fomentador" (en verdad dudo que este dicho se aplique a una realidad actual). Es como el complejo del esclavo que ansía su liberación para realizar sus anhelados sueños, que es lo único que lo mantiene pegado a una realidad emocional hasta que ese día llega.

La verdad de las cosas es que somos demasiado desesperados en muchos sentidos por no decir todos. Queremos que las cosas sucedan en el moemento, y todo esto se debe a la velocidad con que vemos que las cosas ocurren. No hay una paciencia por parte propia para ver realizados nuestros sueños y anhelos. Es una realidad que todo se lo debemos a la sociedad; que todo lo que hacemos es un reflejo de la cotidianidad y por consiguiente una pérdida de valores y tradiciones debido a una "actualización" que muchas veces es un retroceso. Sólo resta decir que no todo aparecerá en el momento cuando lo desees, hay que trabajar y pensar en todo lo que puede suceder para que lo que quieres o busques llegue... El que espera, al final tiene su recompensa

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