20 febrero 2009

Doster

Cuando tenía como 12 años, fuimos una vez mi familia y yo al mercado de Sonora, ése mítico lugar donde encuentras desde afiches para brujería hasta disfraces y animales. Nos gustaba ir al centro, pasábamos por la Merced para cobrar lo que le debían a mi papá de las ventas de los calcetines que hacíamos(hace mi madre aún) (pequeñoburgués), comíamos en la calle, en el Mercado de la Merced a comprar fruta y hacer el mandado; o ir a Sonora (enfrente del Cine Sonora, lugar de aventuras de mi padre, junto al deportivo de Fray Servando, el cine Teresa antes de ser porno, el ciudadela, etc... México de los 50's) para comprar disfraces del día del niño, de la madre, etc.
Cómo decía, fue cuando tenía como 12 años, mi hermana pequeña (Irlanda) estaba muy pequeña. Caminamos por el mercado y llegamos a la parte de atrás donde están los animales: gallos, gallinas, patos, etc. (recuerdo que mi mamá compró una vez un camaleón ahí, no sé que le paso al pobre). Caminamos y estábamos a punto de irnos cuando pasamos frente a un local donde tenían a dos perritos bebés en un almoadón rojo dormidos, eran extremadamente pequeños. Los ví y me gustaron mucho, a Brisa, mi otra hermana también le gustaron y le dijimos a mi papá si nos lo compraba. 
No quería, pero al final nos compró uno. Nos dijeron que era cocker y de pequeño parecía.
Ya saben, lo más dificil ponerle el nombre; mi papá sugirió que le pusieramos Doster, como un carro que había muchos años ya (el Duster, en la imagen se ve el Duster 340 de 1971 (bendito google)) y así se quedó. Al principio vivió con nosotros en la casa, era pequeño y siempre lo traíamos cargando. Después fue creciendo y mi madre como siempre respecto a los animales (y siempre el poco cuidado que les hemos tenido, la verdad) se lo llevó al trabajo donde había más espacio para un cachorro (me sonó a Disney...)
Así, el pequeño perrito creció, de Cocker le quedaron los remanentes del tamaño pequeño y las orejas caidas. Era muy listo, aprendió a andar en la calle, en el tianguis. Nos reconocía desde varias cuadras atrás, en la camioneta o en el coche. Se alegraba al vernos.
Era aventurero, caminaba cuadras y cuadras; se perdía por días. Una vez regresó herido, parecía como si le hubieran dado un machetazo en la cabeza y todos creíamos que se iba a morir porque se le veía el cerebro y no había como curarlo, sanguasaba (osea, sanguasa). Se recuperó completamente, cómo nadie sabe la verdad. Otras veces andaba cojo por las peleas que se aventaba, o con rasguños y mordidas. Era solitario, eso es claro; le gustaba que lo acariciara en la cabeza, en las orejas. Odiaba que le acariciaran la panza y el lomo, te triaba la mordida fuera quie fuera que se la acariciara.
Antier me enteré por Irlanda que atropellaron a mi Doster, un camión del Tianguis de los sábados. Al principio no sentí nada, en cambio ella se puso a llorar y la consolé. Ayer que venía para el trabajo mi otra hermana me lo confirmó y me sentí triste por mi perro, me dieron ganas de llorar. Se murió y mi madre lo enterró en el trabajo, donde fue su territorio, el dueño de todo el lugar. A mi perro

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