04 abril 2021

¡Adiós Paco Haghenbeck, hasta pronto!

No sé como empezar. El sentimiento es raro, no lo puedo creer. Paco Haghenbeck ha muerto.
Tengo en mi escritorio su última novela Sangre Helada leída hace algumos meses atrás; tengo un recuerdo muy cercano de él, cuando en el taller de Novela Negra de la Factoría de Historias tuvo el tiempo y ganas de transmitirnos consejos y tips de como escribir y el tema en general de la estructura de la novela. Sigo sin poderlo creer.
Mi historia con Paco fue, como siempre, un flechazo por su trabajo. Aún recuerdo claramente ese día que fui a comprar al Sanborns un libro porque ya estaba terminando el que leía en esos momentos. Era 2006, tenía un año de haber empezado a trabajar y hacía pocos meses atrás había re-descubierto a otro Paco, esta vez Taibo II. Vi Trago Amargo en los anaqueles y me llamó la atención. Ganadora del premio Un Giro de Tuerca, certamen de novela negra que desconocía. Lo tomé y leí el reverso. Salí con él a la caja para pagarlo.
Lo leí como cerveza en día de verano: de un solo trago. Me impactó tanto los agradecimientos diciendo que él como yo había encontrado a Taibo II y también no pudo dejarlo hasta que terminó todos los libros de Belascoarán... y de ahí pa'l real.
Me volví su fan después de que me enteré que junto a Humberto Ramos y Oscar Pinto había trabajado en el guión de Crimson. Que también era el único mexicano que había escrito un cómic de Superman.
Recuerdo la primera vez que lo conocí, le comenté la anécdota arriba narrada de como también no pude parar de leer a Taibo obsesivamente. Sólo se río y me dijo que bueno que así lo hiciste.
La última vez que lo vi en persona fue en la Feria del Libro de Minería cuando presentaba la continuación de El Diablo me obligó: Simpatía por el Diablo. Recuerdo que le dije, me encantó tu cuento del tributo a Taibo II donde Elvis se encuentra con los personajes del cuento de Taibo Olor a Muerto donde los protagonistas son una bruja y un enano que hacen un hechizo a un Agente de la Judicial (o Ministerial) haciendo que las manos le apesten a muerto. Gran  cuento.
Lo voy a extrañar, de tan solo pensar en todas esas historias que no van a poder ser narradas y que tenía en la cabeza.
Que en paz descanse Paco Haghenbeck



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